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Foto del escritorMarco Antonio López Salamanca

¿Cuándo podremos decir que tenemos un cine colombiano?

“En varias de las entrevistas, y de manera recurrente, impelido a caer en el carácter de lo colombiano o lo propio en el cine, produzco este planteamiento; también para el debate. Es deber de la actividad pedagógica orientar de la mejor manera los procesos de aprendizaje como procesos de apropiación de lógicas de pensamiento, de las lógicas instrumentales y de la producción de tecnologías internas a fin de enriquecer y cualificar el pensamiento, ampliar el espacio de la imaginación y la recreación en el arte, para bien del hacer humano y de su expresión”

Recuerdo a un albañil que al recibir una garlancha, para llenar una volqueta de cascajo, sometió la cuchara a un motorizado esmeril y la redondeó enpuntándola, además de esto adaptó el alargado mango, a su pequeño cuerpo, recortándolo; sus compañeros de trabajo, a medida que avanzaban con la labor, fueron transformando su chacota en cansancio y sus calificativos a la estupidez en admiración por la inteligencia del garlanchero quien les cogió toda la ventaja en rendimiento de la labor y en resistencia física. Este garlanchero había hecho suya la garlancha, en un pequeño acto de innovación tecnológica, de tal manera que nadie se atrevía a tocársela y adquirió nombre propio “La Cascajera”.

Podremos hacer nuestro el cine cuando adaptemos los instrumentos, con nuestras propias manos, a nuestro propio lenguaje; es decir al lenguaje que hemos aprendido aquí alimentado por nuestra problemática, imaginería, fantasías y ensoñaciones, en fin nuestras imágenes mentales.

Podremos hacer nuestro el cine cuando determinemos las técnicas que nos traen los instrumentos, nominándolas con nuestras palabras y con éstas generemos las apropiaciones tecnológicas correspondientes a nuestra realidad expresiva.

Recuerdo que el football se hizo balón pie, a medida que el fault se convirtió en falta, el penalty en pena máxima, el corner en tiro de esquina, los outside en fuera de lugar, los coach en técnicos y así; caso increíble, lo nominado con nuestro idioma fue apropiado por la memoria colectiva popular y nuestro idioma en las voces de nuestros narradores se convirtió en el identificador de un deporte de extranjeros que se hizo colombiano: le marcó a Rusia en el mundial de Chile de 1962, cuatro goles a Lev Yashin el mejor arquero del mundo y cinco a la selección Argentina en 1993 tenemos un fútbol, un sistema administrativo y deportivo de este juego con el que hemos tenido presencia deportiva en el mundo y muertos por fanatismos locales.

Merece atención especial la verdad que se produce al acoger el objeto (cine en este caso) y producirlo con la comprensión de nuestra propia lógica y lengua. La apropiación del objeto que llega, o que nos traen, debe pasar por la auscultación crítica del lenguaje que representa con sus palabras y de la herencia de las palabras que nominan el objeto que llega, pues todo objeto tiene una significación en sí, la que lo ha construido como proceso y la que le corresponde en relación de orden y equivalencia con otros objetos.

En el primer aspecto, tomemos como ejemplo la nominación off (apagado) que los técnicos han asumido e implantado sistemáticamente con la incoherente proposición “Voz Off”, debería decir mejor outside, (fuera de lugar) como en el football. La lógica de los prácticos ignora que rompiendo la lógica de nuestra gramática, poco a poco rompemos la lógica de nuestro pensamiento y avanzamos en la sumisión de la voluntad, repitiendo la experiencia colonialista que supuestamente hemos superado. Para el caso, lo que en verdad ocurre en la película es que la voz llega al campo visual desde afuera. Yo determino esta situación como Voz Fuera de Campo (V.F.C.) y al hacer apropiación de la forma se hace también apropiación de la sensibilidad, es decir que estoy sintiendo el cine como expresión mía y esta realidad me coloca en relación de propiedad creativa con el instrumento y por lo tanto los códigos de uso y utilización que traen los instrumentos y herramientas adquieren los códigos que mi propia necesidad, uso y utilidad le dan.

Otro aspecto tiene que ver con la verdad y la herencia de algunas palabras usadas en la dramaturgia cinematográfica, pero heredadas del lenguaje teatral, por ejemplo escena, que la pedagogía debe aplicar con beneficio de inventario; pues la imaginación creadora en el cine opera sobre un plano; las dimensiones y dinámicas de acción en la caja teatral opera sobre la realidad visual y una codificación distinta a la cinematográfica; aquí en el cine son creadas significativamente sobre el plano como juegos de perspectiva, son visualmente ilusorios; cinematográficamente, sobre el plano pantalla, las relaciones entre la Unidad Expresiva (Gesto) y la Unidad Dramática (Mímesis – actuación) nos revela la dinámica de la situación dramática.

Miremos otro término flashback; en un concurso de guión un jurado me tachó las expresiones Recuerdo de Marina y Alucinación de Marina, determinando el encabezamiento de la Unidad Dramática, y sobre ellas marcó con su bolígrafo la importada flashback, como si los personajes Flashbackearan en lugar de alucinar o de recordar; de un rayón desvirtuó dos de las características psicológicas del personaje, imponiendo su autoridad de jurado e inventando el verbo Flashbakear, que jamás será una imagen mental de persona alguna en la vida.

La apropiación del instrumento, vía re-verbalización ideomática, es el principio de la producción propia, independiente y autónoma, en la construcción de lenguaje cinematográfico en este caso, de valores, conductas e innovación tecnológica y de modo de vida. Es decir que la apropiación del instrumento precede a la apropiación de la producción y a la trascendencia de la cultura, memoria en nuestro caso, y dinámica de la vida; como en el fútbol pero sin los muertos que aporta el fanatismo.

Bogotá D.C., febrero 25 de 2011

Y también sobre este planteamiento se reabre el debate

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